2 nov 2016

Hans Joaquim Marseille, la Estrella de África.




El as de la Luftwaffe en el Norte de África.



    <<Marseille fue un virtuoso sin rival entre los pilotos de caza de la Segunda Guerra Mundial. Sus logros, considerados como imposibles, todavía no han sido superados por nadie>> Adolf Galland, general de la Luftwaffe, en sus memorias.
    
    Hans Joaquim nació en Berlín el 13 de diciembre de 1919, con el apellido Marseille de su familia paterna, hugonotes franceses que generaciones antes se habían refugiado en tierras germanas de la persecución religiosa. Su padre Siegfried Marseille, combatiente de la Primera Guerra Mundial, alcanzó el grado de Generalmajor de la Wermacht en 1941 (murió en un ataque de partisanos en Bielorrusia, enero de 1944) 

    A pesar de pertenecer a una familia de abolengo militar tenía aversión por el mundo castrense, la marcialidad y los uniformes. Al divorciarse sus padres se quedó con su madre, que lo introdujo en el gusto por la cultura y la música en particular. Pero desde muy joven sentía la pasión de volar, para lo cual en la Alemania de la época había que ingresar en la carrera de las armas; en 1938 cumple su servicio militar obligatorio en el Servicio del Trabajo del Reich, y poco después se enrola en la Luftwaffe donde recibe las primeras instrucciones en un tiempo todavía de paz. En la escuela de vuelo de guerra Luftkriegsshule 4 ya comienzó a demostrar su rebeldía e indiferencia hacia la disciplina; numerosas ausencias nocturnas regresando ebrio al cuartel, faltas varias y arriesgados ejercicios de vuelo que no estaban en el programa estuvieron a punto de arruinar su carrera. Pero era hijo de un alto oficial, y sus instructores apreciaban en él un gran potencial como piloto, lo que le permitió terminar la instrucción. Cuando estalla la guerra en septiembre de 1939 ya estaba casi listo para el combate, completando su formación en la Jagdfliershule 5, que dirigía el as de la I Guerra Mundial E. Ritter von Schleich, donde finalmente consigue graduarse con una nota de sobresaliente, aunque debido a sus castigos y arrestos no le entregan el despacho de alférez hasta agosto de 1940. 




La Batalla de Inglaterra. Primeros combates.




    En ese mismo mes de agosto es destinado al grupo de caza operacional Jagd/LG2 en Mark, Pas de Calais, durante los inicios del ataque aéreo a Inglaterra. El día 24 tiene lugar su bautismo de fuego sobre el canal de la Mancha, derribando su primer avión enemigo, con la muerte del piloto inglés en su salto al mar. Marseille no parece sentir alegría en esa primera baja, anotando su tristeza sobre esa primera muerte en una carta enviada a su madre. En poco más de un mes consigue cinco derribos, pero el 23 de septiembre tiene que hacer un aterrizaje de emergencia en la playa francesa de Wissant con su Bf109E muy dañado por los combates. El 28 de septiembre consigue su 7º derribo enemigo, pero a la vuelta de una misión de escolta a bombarderos su avión cae al mar debido a los daños sufridos. El piloto sobrevive durante 20 minutos en las frías aguas del canal hasta que lo rescata un hidroavión de la Luftwaffe. Agotado y con hipotermia es ingresado en un hospital de campaña. 



   Durante la recuperación Marseille hace gala de su gusto por las salidas nocturnas, el alcohol y los líos de faldas. Su escasa disciplina y laxa uniformidad le acarrean varios arrestos. Reasignado en octubre al Jagdgeschwader 52, en su nuevo destino demuestra una excesiva apuesta por las acciones individuales (prohibidas en la Luftwaffe), así como por arriesgadas maniobras de ataque o de evasión con los aviones ingleses. Acaba destrozando cuatro aparatos. Todo ello acaba con la paciencia de su jefe de unidad que acaba ordenando su traslado al Jagdgeschwader 27, en Cherburgo. Su nuevo comandante de grupo, el mayor Neumann reconoce inmediatamente su gran habilidad como piloto. Instintivamente le concede un margen de confianza, esperando que finalmente Marseille demostrase ser un buen piloto alemán.


Norte de África. El inicio de la leyenda.



   Llegado abril de 1941, el JG 27 sirve brevemente en la campaña de los Balcanes, antes de dividir sus grupos en dos escenarios de la guerra. Los II/JG 27 y III/JG 27 son destinados al frente central de la Operación Barbarrosa, la invasión de la URSS. Por contra el I/JG 27 de Marseille se traslada al norte de África como apoyo aéreo del Áfrika Korps el mismo 20 de abril. Su primer vuelo entre Trípoli y la base de Gazala resulta accidentado, teniendo que hacer un aterrizaje forzoso en el desierto por avería; en una rocambolesca travesía por el desierto, incluído un incidente con aliados italianos, consigue que todo un general alemán le ceda su coche con chófer para llegar a su destino.
 - "Me debe 50 derribos, Marseille" parece que le dijo el general. Mal sabía el oficial que el joven piloto superaría con creces esa cifra. Se fraguaba la leyenda. 


    Consigue sus primeros derribos africanos el 23 y 28 de abril. Aunque el propio día 23 él mismo es derribado en su segunda salida por el piloto de la Francia Libre James Denis, que volaba en un Hurricane de la RAF. El día 27 el mismo Denis derriba de nuevo al alemán, que se salvó por centímetros de las balas. Marseille no termina de acostumbrarse a su nuevo destino, destroza 4 aviones, más otro de prueba. Viendo que su comandante estaba perdiendo la paciencia, decide aplicarse y desarrollar un programa de autoaprendizaje: mejora los aspectos tácticos y también los físicos con un ciclo de ejercicios para mejorar su musculatura (los pilotos sufrían la gran fuerza de gravedad y los bruscos cambios de sentido y velocidad). Elaboró una táctica de ataque que favorecía su arrojo y su extraordinaria puntería, que consistía en disparar al avion enemigo con gran ángulo de deflexión, muy por delante del morro del aparato contrario hasta coincidir con la trayectoria de las balas. Su puntería y pericia le permitían acertar solamente con una corta serie de 15 disparos. Tanto mejoró esta táctica que sus compañeros le consideraron un auténtico maestro en el tiro con deflexión. Jochim incluso renunció a usar gafas de sol, para acostumbrarse a la deslumbrante luz del desierto y tener una mejor visión. También desarrolló la habilidad de introducirse en la formación defensiva de los cazas aliados llamada "formación en círculo", creada a finales de la I Guerra Mundial; Marseille se colaba a toda velocidad en el centro de dicha formación y con su efectivo tiro de deflexión derribaba un aparato tras otro en ajustadas pasadas.


    Uno de sus compañeros declaró años más tarde: "Marseille pudo concentrarse en el combatir debido a la falta de chicas, bares y demás distracciones que no había en África"

    Con estas mejoradas tácticas los derribos fueron llegando poco a poco. En julio es ascendido a Leutnant y el 24 de septiembre consigue su primera victoria múltiple en una misión, derribando cuatro Hurricanes de la SAAF (fuerza aérea sudafricana). El "amarillo 14", su Messerschmitt Bf109F, empieza a ser temido entre los pilotos aliados. Con 25 victorias confirmadas, en noviembre Marseille y su escuadrilla son enviados a Alemania para familiarizarse con el nuevo Bf 109F-4/Trop, un modelo adaptado a las condiciones de vuelo en el desierto.

    


Ascensos y peculiar vida social.


   La estrella de Marseille ya comenzaba a brillar en los medios alemanes, la propaganda nazi comienza a usar sus éxitos para galvanizar la moral de la tropa. Su fama en el norte de África se estaba acercando a la de Rommel, el Zorro del desierto. En febrero de 1942 se había comprometido con Hanne-Lies Küpper, una joven maestra de Berlín para sorpresa de los que le conocían su fama de mujeriego. 


   
   Los buenos resultados como piloto de caza le permiten ascender a Oberleutnant, y poco después es nombrado jefe de la 3ª escuadrilla del JG 27. A finales de junio se vuelve a Alemania con dos meses de permiso tras haber conseguido su derribo número 100. En agosto viaja con su novia hasta Roma, donde Benito Mussolini le condecora con la Medaglia d´Oro, la más alta al valor para un militar italiano.
 


    A pesar de que el Afrika Korps ya no estaba en sus mejores días, Marseille no dejaba de incrementar sus victorias. Su talento despertaba pasiones entre sus compañeros y también entre miles de seguidoras en Alemania enhardecidas por una propaganda idealista del departamento de Goebbels; cientos de cartas de admiradoras llegaban regularmente al escuadrón de Marseille, para su divertimento y el de sus camaradas. La vida en el norte de África era dura para estos pilotos, en constante desgaste por los combates y cada vez más presionados por la superioridad material aliada, pero Jochem se permitía dar ciertos gustos, apoyado por su prestigio y status cada vez más cercano al de un héroe. En tierra tenía una actitud bohemia aderezada por su nada ortodoxo alojamiento, una tienda informal llena de sofás, sillones y mesas hechos con telas de lona, cajas y cartones de intendencia, en donde destacaba un bar bien provisto atendido por un negro sudafricano, prisionero de guerra, llamado Matthias y que llegó a ser gran amigo y confidente suyo, para escarnio de la política racial nazi. Altos oficiales alemanes e italianos -generales incluídos- se rifaban la fabulosa hospitalidad de Marseille en su cubil del desierto, aunque muchos tenían que tolerar a regañadientes el ser atentidos por un hombre de raza negra.






Un día de gloria.




     El 1 de septiembre de 1942, de regreso al desierto libio, el teniente Marseille logra una de las grandes hazañas bélicas de la Segunda Guerra Mundial, en un cielo norteafricano que entonces que ya empezaban a dominar los aparatos aliados, que ya estaban venciendo en la batalla de El Alamein. Durante varias salidas hechas ese día consigue derribar nada menos que 17 aparatos enemigos, ocho de ellos en tan solo 10 minutos. 
     A las 07:30 su escuadrilla despega con la orden de escoltar una misión de bombardeo de Stukas hacia el sur. Al poco de despegar se enfrentan al ataque de unos P-40 Tomahawk ingleses, de los cuales Marseille logra abatir a tres. A la vuelta de la misión otros seis Spitfire aparecen amenazantes en el cielo; en una arriegada maniobra con súbitos giros y cambios de sentido el as alemán derriba un Spifire. 
     A las 9:15 Marseille vuelve a su aeródromo para reponer combustible y municiones, felicitado por el personal de tierra por sus cuatro victorias de la mañana.
     Nuevamente recibe orden su escuadrilla de escoltar a los Stukas en un ataque a Alam el Halfa, en territorio egipcio. En pleno vuelo aperciben dos formaciones de bombarderos aliados escoltados por sus correspondientes cazas. Ocho P36 Hawk de esa escolta se dirigieron hacia los Stukas, enfrentándose directamente con la escuadrilla de cazas alemana. Viendo lo que se les venía encima formaron el círculo defensivo típico de los aliados, pero Marseille era especialista en desarmar esa defensa: redujo la velocidad y se introdujo en el círculo derribando dos aviones en apenas dos minutos. Los cazas aliados se dispersan intentando volver a formación cerrada; Marseille los persigue y en un descenso gradual de dos mil quinientos metros consigue ametrallar y destruir a cuatro más. Sus propios compañeros no daban crédito a lo que estaban observando: ocho rivales abatidos en 10 minutos. 
     Regresando con su pareja de vuelo hacia el oeste aparecen por debajo de ellos otros cazas aliados que volaban en sentido contrario. No vieron a los alemanes que se dirigieron hacia ellos a toda velocidad; bajo los cañones de Marseille otro P36 más estalla en vuelo. 
     Pocos minutos después vuelven a apercibir un Tomahawk averiado dejando una estela blanca y que intentaba volver a su base. Sin pensárselo Marseille lo atacó por detrás viendo como su fuselaje se desintegraba bajo sus balas. 

     Hacia el mediodía regresan a su base, a donde había llegado el mariscal Kesselring. Marseille le saluda y le informa de las misiones de su escuadrilla esa misma mañana, con doce derribos.
- ¿Cuántos de ellos son suyos, Oberleutnant? preguntó Kesselring.
- Doce señor, contestó Marseille al mariscal que tuvo que sentarse de la impresión.

     Tras un descanso de un tórrido día norteafricano, a las 17:00h despegó en su tercera misión, esta vez era la de escoltar una escuadra de JU-88 hacia un bombardeo a El Imayid, al este de El Alamein. En plena vuelo una formación de quince Hurricanes se lanzan hacia los bombarderos; Marseille y su escuadrilla se introducen entre ellos y en un combate de pocos minutos consigue derribar a cinco aviones enemigos más, en cotas de entre mil quinientos y cien metros de altura. El resto de la formación aliada se dispersa sin presentar más batalla.

     Con esas 17 victorias aéreas del 1 de septiembre Marseille consigue una hazaña singular,  convirtiéndose en el piloto del frente occidental con récord de derribos en un solo día (todo ello está convenientemente confirmado y documentado por testigos en los correspondientes informes de la Luftwaffe). Y lo más importante, se convierte en leyenda, tanto para sus compatriotas como para sus enemigos.

     Hasta finales de septiembre logrará cincuenta y cuatro derribos más.










     Pero la superioridad aliada en material era cada día más evidente, los pilotos alemanes se veían superados y agotados por las innumerables salidas y misiones a realizar. Con poco más de un centenar de aviones tenían que hacer frente a una fuerza aérea aliada compuesta por más de 800 aparatos. La tensión era enorme y el propio Marseille, entre la sobreexcitación por sus triunfos y fisicamente al límite por los combates, se encuentra al borde del colapso sin apenas poder descansar. La suerte no iba a durar mucho.

Accidente mortal


     Con 22 años Hans-Joaquim Marseille era la´Estrella de África´, 158 derribos lo consagraban como un as de la Luftwaffe. La experiencia de combates día tras día le habían hecho aflorar habilidades innatas como piloto de caza. Se propuso transmitir experiencia y métodos a sus compañeros de escuadrilla pero sin demasiado éxito; pocos de ellos lograrían siquiera acercarse al nivel de Marseille. 




     Los altos mandos no paraban de felicitarle, y el 16 de septiembre logra un anticipado ascenso a Hautpmann, siendo el capitán más joven de la Luftwaffe. La prensa de guerra y los medios nazis le seguías con pasión, tanta fama parece que llegó a molestarle creyendo que finalmente lo apartarían del frente, de sus camaradas y de su amigo Matthias para destinarlo a Alemania. 



     A pesar del agotamiento crónico no quería dejar de volar, aunque entre los días 16 y 25 tuvo que quedarse en tierra forzado por una fractura en un brazo. El 26 de septiembre consigue su derribo 158, pilotando el nuevo Me- Bf109/G en contra de su voluntad; los pilotos del 3/JG27 no se fiaban del nuevo modelo criticando fallos en el motor, pero una orden del mismísimo mariscal Kesselring zanjó el asunto.



     La escuadrilla estuvo descansando hasta el día 30, cuando se le ordenó hacer un vuelo de escolta hacia terreno conquistado por los aliados, en el que no hubo contacto con el enemigo. Durante el regreso de la misión, sobre las 11:35h un repentino humo negro comenzó a salir de la cabina del avión de Marseille, cegando y asfixiando al as berlinés. Alertó por radio a sus camaradas, y dos de ellos le guiaron hasta sobrevolar líneas alemanas. A falta de diez minutos para llegar al aeródromo de destino Marseille exclamó a sus guías: - "No puedo aguantar más, tengo que saltar". Éstos apartaron sus aparatos para dejarlo maniobrar e invertir su avión tras abrir la cabina cumpliendo con el procedimiento. Pero cegado por el humo negro se demoró en el salto, y en segundos el caza entró en un peligroso picado a unos 600 km/hora.
Cuando consigue salir de la cabina y saltar la velocidad del picado hace que su cuerpo impacte con fuerza contra el alerón de cola. Puede que el golpe le dejase inconsciente o directamente le produjera la muerte, ya que su cuerpo se precipitó directamente a tierra. Cuando encuentran su cadáver, a 7 kilómetros al sur de Sidi Abdel Rahman, comprueban que ni siquiera intentó tirar de la manija de apertura de su paracaídas. Su reloj de pulsera se hallaba parado en las 11:42 a.m.


     Había muerto la leyenda. La "Estrella de África" se había apagado a los 22 años de edad, manteniéndose invicto hasta el final. Esperaba casarse con su prometida en el mes de diciembre.

     El mortal accidente tuvo un tremendo impacto entre sus compañeros, cuya moral jamás se recuperó; en las semanas siguientes varios pilotos fueron abatidos en combate y la escuadrilla ya no volvió a ser la misma de los éxitos fulgurantes liderada por el maestro.



     El capitán Hans-Joaquin Marseille fue enterrado en el cementerio de Derna, en un numeroso sepelio encabezado por Kesselring y Neumann, que pronunciaron los elogios fúnebres.

     En años posteriores sus restos fueron transferidos al memorial alemán de Tobruk, Libia. Finalmente en 1989 se colocó una lápida y una placa nuevas en un acto al que asistieron compañeros supervivientes, incluído su fiel amigo Mathew Letulu "Mathias". 


     En el lugar de su mortal caída todavía se puede visitar una pirámide homenaje levantada entonces por sus aliados italianos en su memoria.

Condecoraciones




-Cruz de Hierro de segunda clase (por dos victorias aéreas).
-Cruz de hierro de primera clase (por cuatro victorias aéreas).
-Copa de Honor de la Luftwaffe.
-Cruz Alemana en Oro (por sus primeros veinticinco derribos). Impuesta por el Generalfeldmarschall Albert Kesselring.
-Cruz de Caballero de la Luftwaffe (por lograr cincuenta derribos). Impuesta por Albert Kesselring.
Medalla de Plata italiana al valor militar.
-Espadas para la Cruz de Caballero con Hojas de Roble (por lograr cien derribos), entregada por Hitler en su Cuartel General de Rastenburg.
-Piloto-Obervador en Oro con Diamantes, impuesta por Hermann Göring
Medaglia d´Oro, la más alta condecoración italiana al valor, impuesta por Benito Mussolini en Roma.
-Frontflugspange en Oro. Broche de vuelo de la Luftwaffe (por llegar a 300 vuelos)
-Cruz de Caballero con Hojas de Roble, Espadas y Brillantes (solamente 27 oficiales la recibieron durante la guerra). Hitler tenía prevista entregársela ese mismo año, pero la muerte del piloto impidió el acto. La condecoración nunca fue entregada a su familia, a pesar de figurar así en el reglamento.


-Áfrika Ärmelstreifen (cinta del puño), a título póstumo.


Video

"Rumba Azul", su tema musical preferido.


https://www.youtube.com/watch?v=gOECEkUHR10



Fuentes:
Exordio
Wikipedia
Extractos de la biografía del Mayor Robert Tate (USAF)
Extractos del libro ´Luftwaffe Aces´(Raymond Toliver, Trevor Costable)
Extractos del libro ´The Star of Africa´(Colin Heaton, Anne-Marie Lewis)
El País

23 may 2016

Lili Marleen, la canción emblemática de la Segunda Guerra Mundial.

Lili Marleen, la fascinante historia de una canción. 



     Lili Marleen alcanzó su grado de mayor fama en la Segunda Guerra Mundial, la cual canturrearon y lloraron con sus estrofas millones de soldados y civiles . Primero bendecida y luego rechazada por el régimen nazi, fue adoptada como himno favorito de los soldados de la Wehrmacht y poco más tarde por los aliados como una especie de talismán. Seguramente sea el poema en lengua alemana más conocido del siglo XX y como canción ha sido traducida a cuarenta y tres idiomas, convertida en un un éxito universal. 

     Lili Marleen no fue compuesta como un canto bélico; es una canción de amor, pero también de muerte que se convirtió en uno de los iconos de la guerra.

     Con tres nacimientos, primero como poema, luego como canción y finalmente como leyenda, ésta es la historia de una composición que tuvo un destino extraordinario, fuera de lo común. 

     Su creación está certificada y documentada, pero su lanzamiento y difusión no parecen tener el mismo consenso. Sobre ello existen diferentes versiones e historias, e incluso distintos personajes se atribuyen el descubrimiento; se hace complicado separar la verdad de la fábula, las historias poco fundamentadas de otras más documentadas. Nos basaremos en éstas para nuestro relato.


El origen


 Hans Leip en uniforme 
     Todo comienza en 1915, durante la Primera Gran Guerra. Hans Leip, joven poeta alistado en el Regimiento de Fusileros de la Guardia Imperial, poco antes de partir hacia los Cárpatos para luchar contra los rusos escribe un poema titulado "La chica bajo el farol", dedicado a la hija de unos tenderos de su edificio apodada Lili que le gustaba, y a una enfermera de Berlín llamada Marleen de la que también se habría enamorado; sus versos convierten las dos mujeres en un solo personaje femenino. Una tópica combinación de sentimientos en tiempo de guerra: ausencia, añoranza, promesas eternas, nostalgia del hogar, amor perdido, miedo a la muerte... 

     Hans Leip sobrevivió a la guerra, ya que ese mismo año se rompe una vértebra tras una caída en el frente, lo provoca su desmovilización. El joven artista multidisciplinar sigue escribiendo novelas y versos, pero no es hasta 1937 cuando publica su poema "La chica bajo el farol". El texto cae en manos de un reputado compositor que acomodado dentro del régimen nazi, llamado Norbert Schultze. Tras componer su música, inicialmente piensa un cantante varón para lanzar el tema. No logra convencer a ninguno de sus contactos artísticos para que aporten su voz masculina, así que le envía la partitura a una cantante conocida suya (se dice que incluso fueron amantes) con la esperanza de que acepte.

     Lale Andersen, una rubia cantante de cabaret de Colonia con una incipiente carrera, acepta la propuesta de Schultze, y tras los primeros ensayos y actuaciones, interpreta la canción en una emisora de la Wehrmacht  en marzo de 1939, retitulada ´La canción de un joven centinela´. Esta joven artista, liberal para su época, casada con cuatro hijos y divorciada, busca el tema que la convierta en famosa. En agosto de 1939 el sello Electrola graba el disco con Lili Marleen en la cara B y dos temas más en la cara A. Falta un mes para la invasión de Polonia y el comienzo de la guerra. La comercialización del disco resulta un fiasco, apenas se venden 700 discos en todo el país, y la repercusión en las radios es mínima. La canción queda relegada, aunque no olvidada del todo.

Lale Andersen



Radio Belgrado 1941, el inicio del mito


     Abril de 1941, en la recién ocupada capital serbia la Werhmacht decide poner en marcha Radio Belgrado, una emisora estable destinada a entretener a la tropa y futura central de las emisoras en los Balcanes. La orden provenía del alto mando de propaganda del ejército (oposición del omnipotente Ministerio de Propaganda de Goebbels), y el subteniente Karl-Heinz Reintgen es el encargado de llevarla a cabo.

     La emisora se instala en el edificio del Ministerio de Agricultura yugoslavo, ya que los bombardeos habían destruído la emisora civil de Belgrado. Para arrancar las emisiones, Reintgen disponía apenas de una silla, mesa, un micrófono y el gramófono, pero podía emitir gracias a la cesión de un equipo de onda corta del I Grupo de Ejércitos. La gran ventaja de Radio Belgrado es que disponía de un moderno y potente transmisor Marconi en una finca de las afueras de la ciudad, conectada por cable al estudio. Dada su ubicación y condiciones del terreno tenía un enorme alcance para la época: llegaba a oírse en todo el Mediterráneo, en el norte de África, gran parte de Europa Occidental, Turquía, Persia e incluso en el interior de Rusia.

Edificio donde se instaló Radio Belgrado

     El gran problema de la emisora es que carecía de discos, pues los únicos que consiguieron en Belgrado eran de música serbia o discos de frágil baquelita. Se consigna entonces al subteniente Richard Kistenmacher en una misión a Viena para conseguir discos adecuados. Kistenmacher logra de la emisora vienesa del Reich unos 300 vinilos que allí no usaban, entre los que figuraba uno que le pareció adecuado por su título, "Canción de un joven centinela" de Lale Andersen. 

    La tonadilla militar de la entrada de la canción convence a los responsables de la radio para emitirla sin problema, a pesar de que no hubiese pasado el filtro de un censor del ministerio de Goebbels. Pero Radio Belgrado estaba administrado por el ejército, un poco más flexible y tolerante con la música emitida para el esparcimiento de sus soldados.

   El 18 de agosto, a las 21:57 h. se emite Lili Marleen en el cierre de emisión del programa que recordaba el hogar a los soldados leyendo cartas y mensajes de sus familiares. A los responsables de la radio el tema les gustó tanto que lo pincharon durante una semana siempre a la misma hora. El éxito fue fulgurante. Los soldados, pilotos y marinos destinados en el Mediterráneo, Yugoslavia, Grecia y el norte de África se ven atrapados por la melancolía y la voz arenosa de Lale Andersen. Desde entonces no dejan de pedirla masivamente. La canción rápidamente se considera el indicativo de Radio Belgrado, que la emite todos los días y a diferentes horas. Los soldados que vuelven de permiso a Alemania la solicitan a sus emisoras locales. Las ventas aumentan de manera exponencial, hasta las 170.000 copias. En ese tiempo Lili Marleen ya ha ´invadido´ todo el Reich.



    En el frente ruso la canción también se impone como la favorita de los soldados, quienes se agrupaban alrededor de una radio para sintonizar el dial que les permitiera soñar con el hogar y los seres queridos; un momento de apaciguamiento en medio de la crueldad de la guerra en el este. Durante los meses finales de la batalla de Stalingrado, ya cercado el VI Ejército alemán, sin posibilidad ni siquiera de recibir correo, la radio y canciones como Lili Marleen fueron el único sustento moral y el contacto que les mantenía unidos con la patria y el recuerdo de sus familias.


     El fenómeno musical comienza a traspasar las trincheras; en el frente norteafricano los soldados británicos también sintonizaban Radio Belgrado para escuchar la canción, aunque fuera en alemán, llegando incluso a la anécdota de que en el lado británico donde no tenían receptor, había oficiales que gritaban «Comrades, louter please» a los alemanes para que subiesen el volumen de sus radios . Durante 8 meses, en el norte de África a las 21:57 un alto el fuego no escrito se impuso entre los dos bandos, las armas callaban por unos minutos para escuchar Lili Marleen. Era tal la propagación que hasta el mismo Hitler le dijo en una ocasión a su ayudante personal <<esta cancioncilla nos va a sobrevivir a todos>>.


Letra original de Lili Marleen

La hostilidad de Goebbels



     El éxito del tema alcanza tal dimensión que llega a molestar a las autoridades nazis, sobre todo a Goebbels, que decide prohibir su emisión en las radios del Reich. No la soporta por dos motivos: considera que la canción reblandece el espíritu combativo de los soldados germanos, y por su desconfianza hacia Lale Andersen (ella era amiga y amante del compositor suizo judío Rolf Lieberman, con el que mantenía correspondencia). La Gestapo la tenía vigilada. La aversión de Goebbels culmina en el verano de 1942, en uno de los viajes organizados en el que llevaban famosos a visitar el guetto de Varsovia como si de un zoo se tratara; la rubia intérprete, invitada forzosa al viaje, se negó a bajarse del coche en el guetto, y en ese mismo viaje abofetea en público al todopoderoso ministro de la Propaganda que se le había insinuado. La afrenta es grave, Goebbels le prohíbe actuar y cantar, y llega a considerar seriamente su deportación, pero la fama de la Andersen le precede. Una marea de miles de protestas y peticiones de soldados alemanes de todos los frentes llegan a diario a los puestos de mando y ministerios nazis: quieren volver a escuchar su Lili Marleen en las ondas. El mismísimo Rommel, considerado un héroe de guerra, decía que la canción era un aporte de moral para su Afrika Korps. Varias bandas militares la incluyen en su repertorio, e incluso la hija de 4 años del mariscal Göring tiene una grabación balbuceando la canción. Goebbels no puede resistir la presión y vuelve a autorizar la emisión, pero ordena componer una versión más marcial, una composición acorde con el que considera el espíritu del pueblo alemán. 


     Lale Andersen le escribe a su amigo Lieberman pidiéndole ayuda para refugiarse en Zurich. Pero la Gestapo intercepta la misiva; Goebbels en venganza consigue que destinen a su hijo de 21 años al infierno del frente ruso. La cantante llega al intento de suicidio que por suerte no lleva a término.

     El silencio radiofónico de Lale Andersen es aprovechado por los aliados para crear el rumor de que la cantante estaría recluída en un campo de concentración o que incluso había sido ejecutada, y también emiten una versión paródica de Lili Marleen con una letra que hablaba sobre la crueldad del régimen nazi y el sufrimiento con el que Hitler castigaba a la población alemana.

     Hacia el final de la guerra, el Ministerio de Propaganda permite que la cantante regrese a los escenarios, pero con la prohibición expresa de interpretar Lili Marleen; no hacía falta, Lale consigue que sea el público que la cante a capella, saltándose de manera ingeniosa la censura nazi.




El lado gris

     Era inevitable que la canción formase parte de alguna manera en los sucesos más perversos y sombríos del Tercer Reich.

En muchos guetos del este, la melodía sonaba lúgubremente al paso cansino de los judíos cautivos, desfilando bajo la mirada de sus guardianes SS, muchas veces hacia sus propias ejecuciones.


     Se ordena a los Einsatzgruppen que, durante sus escalofriantes campañas de eliminación, la emitan por altavoces en las crueles ejecuciones de judíos y eslavos en las zonas ocupadas (por ello en países como Polonia todavía en la actualidad la canción es repudiada).

     La fama, en este sentido triste fama, de la canción no solo alcanzaba a los verdugos, como si de un virus se tratase llegaba a los oídos de miles de presos y trabajadores forzados en Alemania. En varios campos de concentración se le modificaba la letra: en Birkenau las prisioneras la transformaron en una canción de esperanza, en Dora era un bálsamo tras las penosas jornadas de trabajo esclavo, en Mathausen y Gusen hasta le añadían estrofas para reírse de sus captores. Increíblemente, en los escenarios más desesperados y contrarios a la dignidad humana Lili Marleen llegó a ser una expresión de sombra pero también de luz. 


La canción alcanza a todos los bandos. Un éxito mundial.

     Ya en 1942, la famosa modelo y cantante francesa Suzy Solidor interpretaba la versión gala de Lili Marleen en su cabaret, frecuentado por oficiales y soldados germanos encantandos de oír su canción favorita en el París ocupado. Esta supuesta colaboración le causó algunos problemas judiciales a la francesa en la posguerra -aunque parece que en realidad era una agente reclutada por la Intelligence británica-.


     No podía faltar la versión en español; la 250 Division de voluntarios españoles -División Azul- formalmente era parte del ejército alemán, y sus integrantes también habían sucumbido al embrujo de la voz de Lale Andersen, adoptándola como uno de sus himnos favoritos, más incluso que el propio divisionario. Conserva el tono marcial, pero con un aire más castizo y español.



     En 1943 los aliados, molestos porque sus tropas se han vuelto extremadamente admiradoras de la canción alemana, deciden traducirla al inglés, y de paso alcanzar a las líneas alemanas con la intención de que el nuevo tema en inglés consiga la supremacía radiofónica. Como intérpretes se elige a las famosas Anne Shelton y Vera Lynn, cuyas versiones se radian a todos los frentes donde haya soldados del imperio británico. Al mismo tiempo se intenta desvirtuar el espíritu la canción original, incluso cambiando la nacionalidad de Lale Andersen de alemana a danesa, y expandiendo el rumor de que originalmente se compuso como versos críticos con el régimen nazi.

Anne Shelton


     Y llega la explosión definitiva con Marlene Dietrich; el mando aliados eligen a la diva como intérprete para otra versión en inglés, ya conscientes de que la canción era todo un hito psicológico para los soldados. La elección no es trivial: la Dietrich, alemana de origen, se había exiliado en los Estados Unidos huyendo de la barbarie nazi. Su nueva nacionalidad norteamericana junto a su fama como estrella de Hollywood la convertían en todo un símbolo. Esta nueva versión de Lili Marleen ya no es marcial, sino que se convierte realmente en una canción de amor, con un ritmo más cálido acompasado con unos acordes de jazz. Marlene Dietrich acude en varias ocasiones al frente a dar conciertos multitudinarios a los soldados aliados; además se decide que interprete la versión en el propio idioma alemán para emitirla en todas las radios que alcancen territorio del Reich. Los aliados también ganan la guerra psicológica y logran apropiarse de Lili Marleen, ya desnazificada. Eisenhower llegó a decir que la canción fue la única buena aportación de Alemania a la guerra.



Marlene Dietrich cantando a las tropas aliadas

Marlene Dietrich posa con los soldados antes de actuar


     El impacto fue tan grande, que todavía en la actualidad se piensa erróneamente que Marlene Dietrich fue la primera en cantar la canción.

     Por supuesto, tras la guerra el éxito mantuvo a Lili Marleen en el candelero, y muchos artistas de gran fama y reputación la incluyeron en su repertorio, inclusive grupos de pop a finales del siglo XX. 
En 1980 el director de cine Rainer Werner Fassbinder rodó una versión novelada de Lili Marleen, protagonizada por Hanna Schygulla y Giancarlo Giannini.



     Como última anécdota, Lili Marleen fue el origen de la creación del personaje humorístico Lilly, que fue famosa en los años cincuenta en Alemania y sirvió de inspiración para crear la famosa muñeca Barbie. Pero esa ya es otra historia...



Fuentes: ´Lili Marleen, canción de amor y muerte´ de Rosa Sala Rose
               ´Lili Marleen, la increíble historia de la más hermosa canción de amor´de Jean-Pierre Guéno
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